Joan Margarit

• 14 Nov 2019

Las palabras precisas.

Joan Margarit. Claustro de la Catedral Vieja de Plasencia

En marzo de 2012, Joan Margarit tuvo a bien aceptar nuestra invitación de pasar por el Aula de Literatura J. A. Gabriel y Galán. Vino acompañado de su querida Mariona. Siempre recordaré la visita que hicimos a las catedrales, su voz cálida y amable desvelándonos algunos secretos de los procesos de construcción y reconstrucción y sus manos acariciando las piedras enfermas del claustro de la Catedral Vieja.  Me gustan sus poemas porque son austeros, exactos, sobrios, inteligentes y precisos. Sólo las palabras necesarias, ni una más ni una menos, para trasmitir sentimientos comunes desde la sabiduría que dan los años.  Si no recuerdo mal fue la última lectura que hicimos en Santa Ana. Margarit es el cuarto Cervantes que ha pasado por el Aula, ya lo fueron antes Gamoneda, Ana María Matute y Caballero Bonald. A buen seguro que no será el último.

Joan y Mariona

DIGNITAT

Si la desesperança té la força
d’una certesa lògica,
i l’enveja un horari tan secret
com un tren militar, estem perduts.
El castellà m’ofega i no l’odio.
No en té la culpa de la seva força:
de la meva feblesa, encara menys.
L’ahir era una llengua ben travada
per pensar, per pactar i per somiar,
que ningú ja no parla:
un subconscient de pèrdua i cobdícia
on ressonen bellíssimes cançons.
El present és la llengua dels carrers,
maltractada i espúria, arrapada
com l’heura a les ruïnes de la història.
És la llengua en la qual escric.
També és una llengua ben travada
per pensar, per pactar i per somiar.
I les velles cançons se salvaran.

DIGNIDAD

Si la desesperanza
tiene el poder de una certeza lógica,
y la envidia un horario tan secreto
como un tren militar,
estamos ya perdidos.
Me ahoga el castellano, aunque nunca lo odié.
Él no tiene la culpa de su fuerza
y menos todavía de mi debilidad.
El ayer fue una lengua bien trabada
para pensar, pactar, soñar,
que no habla nadie ya: un subconsciente
de pérdida y codicia
donde suenan bellísimas canciones.
El presente es la lengua de las calles,
maltratada y espuria, que se agarra
como hiedra a las ruinas de la historia.
La lengua en la que escribo.
También es una lengua bien trabada
para pensar, pactar. Para soñar.
Y las viejas canciones
se salvarán.

http://www.joanmargarit.com/es/

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