Una tarde triste, de esas de invierno en las que el sol tiene prisa por irse, íbamos a Guijo de Santa Bárbara al funeral de la madre de un amigo e hicimos una parada en el Cementerio Alemán de Yuste para hacer estas fotos. Hacía tiempo que quería habérselas enviado a Álvaro, pues en cierta manera las hice con su poema presente. No sé si es buena idea inagurar un blog con tanta alegría, pero creo que ya llevan demasiado tiempo esperando.
Cementerio Alemán, Yuste
Tiene la muerte una medida exacta.
En línea, los túmulos recuerdan
los nombres y las fechas de los héroes.
La edad ignora cuándo
podría haber llegado el dulce fruto
final de la derrota.
Nada preserva, en cambio, la memoria
de aquellos que cayeron en combate.
Sus rostros son anónimos. Sus vidas,
hermosas y lejanas como el sueño
que habita las ciudades que dejaron.
Nos trae a este lugar una costumbre
de ausencia y de sosiego.
Hacia el sur, bajo el muro,
duermen viñas caídas
y a la sombra sin sombra de los viejos olivos
el silencio es solemne.
Con las últimas luces, la mirada se pierde,
luminosa de eterno.
(De Una oculta razón)
Álvaro Valverde
A la entrada del cementerio una placa de bronce explica al visitante la singularidad de lugar.
En este cementerio de soldados descansan 28 soldados de la Primera Guerra Mundialy 154 de la Segunda Guerra Mundial. Pertenecieron a tripulaciones de aviones que cayeron sobre España, submarinos y otros navíos de la armada hundidos. Algunos de ellos murieron en hospitales españoles a causa de sus heridas. Sus tumbas estaban repartidas por toda España, allí donde el mar los arrojó a tierra, donde cayeron sus aviones o donde murieron. El Volksbund en los años 1980–1988 los reunió en esta última morada inaugurada en presencia del embajador de la República Federal de Alemania en un acto conmemorativo hispano-alemán el 1 de junio de 1988.
Recordad a los muertos con profundo respeto y humildad.
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