Hay ocasiones en las que los amigos te obligan a hacer cosas en contra de tu voluntad de las que luego nunca te arrepientes.
En el 2006 algunos de ellos se confabularon y reservaron una sala de exposiciones para obligarnos a otro amigo pintor y a mí a exponer. Agradecido por ello, les maldecía a diario porque la fecha de inauguración se aproximaba y yo no tenía material suficiente ni mucho tiempo para indagar en los territorios fotográficos que me atraían. Para colmo de males, tenía programado un viaje a los campamentos de refugiados saharauis cercanos a Tindouf.
Los viajes te cambian. Siempre dejas algo tuyo por el camino y te traes otras muchas cosas que te acompañarán siempre, de este me traje tantas, que las palabras para describirlas me sonaban huecas. El drama del pueblo saharaui no se puede contar con palabras, yo lo intenté con mis fotografías. Estas fotografías son parte de la exposición Desterrados en la Hamada que tiene la Diputación de Cáceres de manera itinerante para toda organización o institución que se lo solicite.
De todas las fotos, siento debilidad por los retratos que hice a las mujeres saharauis, las Mujeres Fuertes que encarnan la tragedia de un pueblo condenado al destierro. En ellas está la esperanza.
Mi amiga My escribió este poema acróstico.
MUJERES SIN PLAYA
El mar llega hasta las dunas,
Luego, regresa.
Sensuales mujeres de oscura piel, exhiben sus coloridos atuendos,
A la vez que pasean su innata elegancia.
Hombres, sin hombros… Ellas,
A la cabeza las jofainas para acarrear el agua,
Recorren kilométricas pasarelas.
A la espalda, sus hijos. ¡Tantos!.
En busca de un futuro sin trampas.
Sus pies descalzos sobre la inmensa arena.
Tierra desértica, de fértiles mujeres sin playa.
A cuestas, toda la incertidumbre.
Madres sin sombra, preñadas del calor.
Un día tras otro de ardiente monotonía.
Y la música de los yembés…
Convierte cada atardecer en una danza de esperanza:
Ellas, acompasadas
Rítmicamente y bajo el sol,
Con su negra mirada de nómadas ilusiones,
A la puerta de las casas de adobe, machacan el mijo.
MYRIAM RUBIO GONZÁLEZ
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